La confianza

La confianza es uno de los atributos a desarrollar para el practicante de Biodinámica.
Sin confianza, trabajando en la consulta y en línea con el modelo biodinámico podemos caer pasto de la ansiedad. Simplemente porque la idea de confianza que quizá tengamos entendida es la de confiar en el potencial personal, en lo que somos capaces de hacer, de lograr, de conseguir como individuos.
Y, la confianza no está en función de las necesidades y los deseos del ego.

La orientación biodinámica apunta a la confianza que surge de la comprensión de la vida, al reconocimiento de que hay algo más allá de uno mismo en lo que se puede confiar, porque a pesar de lo nefastas que aparentemente podamos ver algunas cosas, todo lo que vivenciamos tiene un orden exquisito, todo tiene un propósito benévolo, todo fluye para nuestro bien.

La confianza, en el sentido que la utilizamos en biodinámica no trata de animar a que las cosas vayan a salir como uno desea, ¡no es nada personal!
La práctica de la biodinámica se sustenta en el “no hacer”, este es un gran desafío para quien se inicia en su práctica, es un nuevo paradigma para nuestra forma de concebir las cosas que están basadas en el hacer. ¡Yo hago tal cosa y a través de eso obtengo un resultado! En la práctica de la biodinámica hay que prescindir de esa, tan arraigada creencia, que por un tiempo no es fácil.

La confianza no se puede adquirir estudiando, seria igual que si queremos aprender que es el amor a través de los libros, quizá puedas encontrar citas que apunten a lo que es, que te abran la “mirada”, pero en todo caso es necesario vivenciarla.

Entonces, ¿cómo adquirir confianza?
La confianza es una cualidad esencial, y como tal es un atributo del Ser, del Yo esencial, no de la persona o yo condicionado (ego) con el que nos identificamos.
Esta se puede vivenciar en la medida que nos podemos “hacer a un lado”

El significado profundo de la confianza es el de reconocer que, como persona no tenemos el mando de los acontecimientos, que realmente no llevamos el volante del vehículo, y en ese sentido, lo que tenga que ser, será.
Confianza significa reconocer, y reconocerse guiado por la identidad espiritual que somos, y que soltarnos a esa guía es alinearse con el propósito siempre benéfico del Espíritu.
Sutherland enunció, “Confía en la Marea”, haciendo referencia a la Inteligencia inherente de la Vida y su capacidad de facilitar la autorregulación del cuerpo y de la psique. Y, ¿que es la Marea o la Vida, sino nuestra naturaleza más profunda habitando el vehículo mediante el que experimentamos este mundo?

El yo condicionado, el ego, no puede confiar en la Marea, no confía en el Espíritu, simplemente porque este lo niega, el ego es el cúmulo de creencias con el que nos identificamos.
Solo haciéndonos a un lado y permitiendo que la sesión discurra desde la mirada sin juicio del Yo esencial, del Espíritu, se puede tener verdadera confianza.
La conciencia establecida en el Espíritu sintoniza con su verdadera naturaleza.

La confianza, que también nos aporta humildad, ya que reconocemos no ser los hacedores, nos impide dejarnos llevar por los “frutos de la acción”. O sea, atribuirnos los méritos de los supuestos logros “conseguidos” en las sesiones.
Con la conciencia de que ¡uno no ha hecho el trabajo! ¿Quien va a buscar resultados y/o reconocimiento?
Sera lo que tiene que ser, ¡Inteligencia inherente de la vida! y eso es lo mejor que puede ocurrir, sea lo que sea.
Como resultado de cualquier proceso de sanación o de curación esperamos ver los resultados en los síntomas, en el cuerpo, en los análisis, pero quizá lo más preciado y previo a manifestarse en el organismo es obtener una forma de paz, sentir que algo se pacifica en la mente, que siento más paz en la relación, mas paz en el cuerpo, que sobreviene una nueva comprensión.

Como es obvio, el desarrollo de la confianza no se puede adquirir únicamente para el trabajo en la consulta. Se trata de un cambio de conciencia, un cambio de visión, un cambio radical en la concepción del mundo. El estudiante opta por dejar a un lado el yo condicionado, inercial, automatizado, y alinearse con una identidad más allá de la persona, que es la esencia del Ser.
Este cambio progresivo está presente en todas las áreas de la vida, y la cualidad esencial de la confianza se manifiesta en todo lo que hacemos.

Cuando confió en la vida, esa confianza lo llena todo porque no hay juicio, porque no veo la superficie de las cosas, aparentemente hay una persona mas buena, otra mas mala, mas alta, baja, guapa, fea, lista o tonta, pero todo eso no es importante cuando se percibe con la mirada del espíritu. Solo las cualidades esenciales de la confianza, el amor, la paz, la alegría, … que subyace a todo lo demás, están presentes.

De hecho, cuando desconfío de los demás es que estoy desconfiando de mí mismo, porque lo estoy mirando desde la visión del yo condicionado y, por lo tanto, lo que veo en el otro es el personaje ficticio que yo mismo estoy proyectando. Mis propios miedos, mi propia inseguridad, mi propia culpa, la estoy revertiendo en el exterior sintiéndome atacado y viendo a los culpables fuera.
Una historia reciente, entre tantas otras: Voy a la pescadería, compro pescado y me pegan un sablazo, mi mente condicionada dice ¡estos del mercado son unos sátrapas! Me siento engañado, incluso abusado, pero en realidad quizá es que el pescado está caro. Y puede que yo este colocando ahí un usurero, que es simplemente el personaje que yo proyecto, no es que yo sea usurero, lo que estoy proyectando es un personaje que me encaja para recrear mi historia, mis memorias de haber sido abusado, timado o lo que sea, y lo que veo es esa memoria, mi propio miedo a que me engañen a que me hagan trampa, entonces puede ser un vendedor, puede ser un policía, puede ser cualquier otro tipo de personaje que me sirva para proyectar el sentimiento negativo que tengo interiorizado.
Es fácil darse cuenta de cuando uno se ha dejado arrastrar por el yo condicionado, todos los sentimientos negativos apuntan a eso, el Yo esencial no los tiene.

Si estás alineado con la naturaleza, con el universo, con la fuerza del espíritu, no te estás dejando llevar por el miedo y la especulación de la mente pensante. De la mente que duda, de la mente que teme, de la mente que busca un beneficio personal, de la mente separada y egoísta, y eso hace que las cosas sean distintas. Con el río como metáfora del fluir de la vida; si me alineo con él, si no pongo resistencia las cosas son fluidas, fáciles, parece que salen bien, no hay fricción ni conflicto. Si voy a contracorriente, si quiero que las cosas sean de otra manera a como la vida lo ordena, entonces me encontraré con dificultades.
Pero esa no es mi verdadera identidad.

Rafael Martiz

                               

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