Complejo el tema este de la enfermedad, complejo y determinante. Es una condición con la que convivimos todos los días, que podemos ver en personas conocidas o en nosotros mismos.
La enfermedad es la mayor causa de sufrimiento de la humanidad, ha existido siempre, lo mismo que la muerte; las dos experiencias son inherentes al ser humano y las dos nos sobrepasan.
En ocasiones por mucho que hagamos o por mucho que nos cuidemos no podemos escapar de lo que llamamos enfermar, por lo menos de las dolencias mas comunes.
Junto con la implacabilidad de la muerte, la aparición de la enfermedad es un misterio. Nos preguntamos: por qué enfermamos?, de dónde proviene la enfermedad?, cuando se origina?. Son muchas las preguntas que nos angustian y a las que no encontramos ninguna explicación que nos reconforte. Ante la ausencia de respuestas pensamos que quizá hemos hecho algo mal, e incluso que es un tema de azar y me ha tocado a mí, que he tenido mala suerte, entre otras.
Es muy difícil, sino imposible encontrar las causas de la enfermedad y mucho más el sentido de ésta.
Hay enfermedades que parecen tener un origen relativamente claro y que son consecuencia de nuestra interacción con el medio, como los tóxicos, la comida, la bebida, con el aire, los contagios. Otras son las relacionadas con el sistema nervioso, con el sistema inmune, las enfermedades hormonales, las infecciosas y multitud de afecciones viscerales y orgánicas.
Estás son algunas de las condiciones a las que se les atribuyen causas determinadas, serán más o menos ciertas, pero la verdad es que las causas generalmente no son conocidas para la mayoría de enfermedades o síntomas, se suele decir que el origen es idiopático, o sea, que no se conoce.
Mas allá de esto se encuentran las enfermedades congénitas, estados mórbidos, malformaciones, tendencias patológicas físicas o psíquicas debidas a alteraciones genéticas y como últimamente se ha descubierto epigenéticas, o sea como consecuencia de experiencias vividas por nuestros ancestros. Y a todo esto incluir los desequilibrios energéticos y contemplar otras visiones más esotéricas, transpersonales o místicas como las provenientes de vidas pasadas, de los designios del alma y demás.Hay muchas y diferentes formas de entender, interpretar y abordar este hecho vital. Hay quien dice que el sentido de la enfermedad es el de aprender, y no se vosotros, pero yo me he preguntado siempre ¿aprender qué?, a ser mas bueno?, a ser mejor persona?, ser mas coherente?. Años atras consultaba libros que trataban de encontrar algún sentido, como el de “la enfermedad como camino”, muy buen libro, aunque analiza concienzudamente cada síntoma y te puedes volver hipocondriaco. Libros que relacionaban las enfermedades con sus hipotéticas causas y con los que es fácil encontrar hipotéticas relaciones y con las que te puedes acabar identificando.
En mi caso me decía: tengo que perdonar más, tengo que quererme más a mí mismo, tengo que superar este miedo, y el otro, y el otro, tengo,… tengo,.. y la lista de tareas se hacía interminable. Probé muchas cosas -todo esto antes de dedicarme a la terapia- afirmaciones, imponerme cambios y cosas por el estilo. Y no era por tener una enfermedad en particular, sino analizando síntomas habituales y dificultades que siempre pululan por ahí. Me gusta experimentar todo lo que me interesa.
Me di cuenta de que cuando se trata de tapar un condicionamiento con otro condicionamiento no da muy buen resultado, puede parecer que funciona durante un tiempo pero finalmente las heridas siguen ahí, y las inercias profundas vuelven a salir a la superficie.Hoy día veo la enfermedad como un hecho biológico y/o espiritual, depende desde donde se mire, una especie de peaje que pagamos por la condición de habitar un cuerpo, en otras palabras un requisito de la naturaleza, para depurar, para destilar su presencia encarnada. Algo así como que para que el espíritu florezca en él, lo que en la religión católica representaría el nacimiento del Cristo, debemos pasar por ese requerimiento, el de refinar el instrumento, “rendir” el cuerpo. Eso es lo que hay que aprender.
En términos mas despersonalizados este proceso de ponerse enfermo trata de “ponerte en tu sitio”, de poder encarnar la luz, la cualidad esencial que somos, en la condición de humano. Una metáfora que se me ocurre es que para caminar por un bosque, si vamos distraídos y nos vamos hacia un lado quizá nos demos un golpe con un árbol, cosa que nos obligará a ir hacia el centro de nuevo, o si nos vamos hacia el otro y nos enredemos en un zarzal o nos metemos en una ciénaga nos las veamos negras para salir e ir de nuevo al camino. Si solo miramos hacia el cielo puede que tropecemos y esto nos haga caer de bruces contra el suelo, y si miramos solo la tierra puede que nos confundamos de camino, teniendo que reencontrarlo de nuevo, que nos sumerjamos en una estrecha visión del espacio en el que vivimos, que perdamos de vista el cielo azul, el sol, las estrellas y la grandeza de la vida.
Quizá esos golpes, heridas y enredos del camino puedan ser la metáfora de la enfermedad, todo ello tiene un fin benéfico, bondadoso, todo lo que ocurre no es un castigo sino una indicación para estar mas centrado y haya más presencia en el organismo que encarnamos, estos son los requisitos y manifestaciones básicas del estar conectado con la fuente o el espíritu que nos anima, o mas bien diría estar más conectados con el cuerpo que animamos.
Expresándolo con otra terminología la enfermedad tiene que ver con algo que nos invita a dejar traslucir las cualidades esenciales del espíritu, a dejar pasar la luz. Cuando esta se encuentra con “resistencias” se originan procesos que promueven o estimulan su disolución. A esto le llamamos enfermedad y su función es la de transformar la arrogancia en humildad, el odio en perdón o el miedo en compasión, cualidades esenciales que no tienen que ver con “ser buenos”, sino con ser cristalinos a la manifestación del Espíritu.Así que para la naturaleza, para la vida, la enfermedad y la muerte no son ningún problema, no hay drama, es un simple proceso de creación y destrucción sin ninguna connotación negativa. Quién lo vive y lo interpreta como malo somos los humanos, y más cuando hay dolor, limitación o muerte, el ego que se identifica con el cuerpo creyendo que es lo único que tiene o lo único que es, es el que sufre.
La medicina convencional difícilmente encuentra el origen de la enfermedad y cuando lo encuentra suele tratarse de descubrimientos acerca del proceso, se ha contagiado un virus, se ha modificado algún gen, la falta de una enzima, o cualquier otra observación químico/mecánica. Otros se preguntan más allá de esto apuntando al sistema nervioso como originario del problema, aunque también tenemos la vida embrionaria y el proceso formativo, periodo en el que se están vislumbrando evidencias sobre como se generan patrones tanto estructurales como de conducta. También se habla acerca del momento de la concepción -temas, todos ellos que abordaré más adelante-, y en fin,… los ancestros, las vidas pasadas,…
Pero la pregunta final sigue siendo: ¿por qué ha pasado eso?También en otras prácticas terapéuticas se busca la “lesión original”, la lesión mas profunda, la que organiza las demás, la mas grande, importante y antigua. ¿donde empezó esto?
Simplemente creo que el origen de la enfermedad no existe, creo que no hay ningún origen, el ser humano y toda la existencia está en un proceso de evolución continua, el proceso de nuestra evolución es un continuo florecer, capas y capas que se van soltando para la revelación de la esencia. Como el mineral que se va puliendo, limando sus impurezas para que el diamante se vaya revelando poco a poco.El conflicto no tiene un origen en un espacio del tiempo, ya sea de esta vida o de otras, personales o transpersonales. Si que hay épocas o momentos donde podemos ubicar que las turbulencias aparecen, que pasa algo, pero ese algo no ocurre porque hemos hecho algo mal, nos hemos equivocado o hemos tenido mala suerte, el impulso de la vida a manifestarse siempre esta presente y hay momentos en los que quizá estamos preparados para atravesar otra capa de la resistencia que impide estar aquí plenamente. Una especie de un paso adelante, medio atrás, otro adelante, otro medio atrás, algo así como el nacer, de hecho el nacer biológico es lo mismo, es una recreación del renacer espiritual.
Cualquier conflicto que consideramos pasado, lo ubiquemos donde lo ubiquemos se manifiesta en el presente, el presente eterno.Ante esta vorágine de posibilidades parece que nos encontramos ante una gran dificultad para darle a esto algún sentido inteligible.
Voy a publicar una serie de tres o cuatro escritos sobre el tema de la enfermedad a ver sí podemos hacer una mayor indagación, en la que espero que participéis con vuestras ideas y comentarios.Vamos a abordar ciertas condiciones como causas o funciones de la enfermedad como el estrés, la adaptación, la nutrición, la relacional, y también podemos explorar temas como los accidentes o situaciones colectivas como los contagios y las epidemias.
Creo que ninguna de estas condiciones está separada de las otras, pero para entendernos voy a tratar de desglosar esas circunstancias por separado. Aunque a mi parecer al final llegarán a ser uno.Animaos a colaborar!!!
Rafael Martiz